DE AQUÍ Y DE ALLÁ
MIGRACIÓN Y DESARROLLO LOCAL

Eduardo Meza Ramos
Lourdes C Pacheco Ladrón de Guevara

TABACO Y MIGRACIÓN: ENTRE LA REPRODUCCIÓN SOCIAL Y LA SOBREVIVENCIA

Jesús Antonio Madera Pacheco

A modo de presentación

La migración es un fenómeno polifacético, complejo, dinámico y que cada vez cobra mayor fuerza, sobre todo en poblaciones campesinas, convirtiéndose en una de las múltiples estrategias adaptativas a las que recurren para la consecución de su supervivencia. Así, en el contexto actual de reestructuración productiva y de crisis en el sector agrícola, se están observando consecuencias para la organización de la producción familiar, así como en las estrategias de reproducción comunitaria que grupos campesinos ponen en marcha.

A pesar de la relevancia de la migración, no todos los fenómenos asociados a ella han despertado igual interés en las investigaciones desarrolladas, sobre todo para el caso de Nayarit. Los campos que mayor atención han recibido son básicamente dos, vista como «movimiento de personas», o bien, como movimiento de recursos económicos (básicamente a través de las remesas). Sin embargo, mediante la migración también se generan flujos de saberes, conocimientos y culturas. Siendo más notables las faltas en aspectos relacionados con los conocimientos y patrones culturales que se redefinen a partir/desde la migración, así como sus impactos en las formas de relacionarse con la tierra. Hacia esas otras caras de la migración se quiere llamar la atención con este trabajo.

1. Tabaco y migración En el medio campesino, los productores de tabaco en Nayarit empiezan a organizar su producción a partir de varios factores, destacando entre ellos la disposición de tierras y la fuerza de trabajo familiar de que disponen.1 Todos los miembros de la familia se ven involucrados en las actividades de la producción de tabaco, aunque sus tareas son diferenciadas por sexo y edad, donde la vinculación que existe entre miembros de diferentes generaciones -y sexos- en el proceso de trabajo permite aprovechar la diversidad de los distintos tipos de mano de obra disponibles y establecer también una complementariedad y cooperación en diversas actividades. De esta forma, el carácter familiar de la unidad de producción campesina le proporciona así uno de sus principales recursos para contrarrestar las limitantes que les son impuestas por factores externos, así como por las condicionantes y características de su estructura interna, que determinan en buena medida los niveles de participación de los miembros de la familia en la producción agrícola, en otras actividades, o en ambas a la vez (Madera, 2006).

Desde finales de los 80, la actividad tabacalera se inserta en un nuevo patrón de crecimiento determinado en gran medida por las leyes generales del proceso de acumulación capitalista que opera en las esferas internacionales. Tabamex2 desaparece del escenario del tabaco en el año de 1989, aunque es un proceso que inicia desde principios de los 80 con el gobierno de Miguel de la Madrid, a raíz de la política de modernización del Estado mexicano, que implicó la desaparición de la mayor parte de las empresas de participación estatal.

A la par que una reducción en la superficie cultivada de tabaco y productores habilitados en la región de Nayarit, desde principios de los años 80 comienza a notarse un crecimiento negativo de la población en municipios de la zona tabacalera del norte de Nayarit. Se presenta pues un fenómeno migratorio que se agudiza a raíz de la pérdida del dinamismo en la producción de tabaco; por ejemplo, no sólo se requiere menor presencia de trabajadores por el incremento en localidades y número de productores que se ven sin el beneficio de una habilitación, sino que además hay un cambio en la proporción de las variedades cultivadas que afecta de manera considerable el número de jornaleros utilizados. Cierran los hornos para el curado de tabaco negro, lo que trae consigo la casi desaparición de «cuadrillas» para el corte en parcela así como para el curado en hornos; comienzan a sobresalir en la zona los tabacos claros, de ensarte, que requieren menos mano de obra y por lo regular son llevados con trabajo familiar.

El éxodo rural y la nueva estructura demográfica son parte del proceso de «modernización» del campo, y pasa en todos los países. Por ejemplo, en España pueden verse los estudios de Mignon (1982), Solé (1976) y Morillo (2004). En México, Pepin Lehalleur también ubica a la modernidad como principal influencia del éxodo rural (que sitúa además desde los años 70), generando no sólo un movimiento de personas, sino también de recursos económicos e ideas (Pepin Lehalleur, 1992; Baños, 2001)3, además de saberes, conocimientos y culturas. Por ejemplo el

Con su retiro se empiezan a gestar nuevas condiciones para el campo tabacalero nayarita. Entre ellas, destaca el desarrollo de dos sistemas diferentes de organización de la producción de tabaco en la región de Nayarit, y por consiguiente, de formas diferentes de la participación de la familia en dicha actividad. caso de productores de tabaco que, al terminar la zafra en las costas nayaritas, emigran contratados y con permiso para continuar laborando en los tabacales, aunque ahora como jornaleros en los campos de Virginia (EUA), o bien, la recreación de fiestas tradicionales, músicas, bailes y comidas en los lugares a donde llegan.

Aquí, si bien este éxodo no es reciente, comienza a agravarse desde los años 80 como se destaca en los párrafos anteriores, llegando a convertirse en la actualidad en una estrategia importante para la sobrevivencia de las unidades domésticas de producción campesina (UDPC)4 productoras de tabaco. Sin embargo, tampoco se trata de una manifestación aislada, forma parte de un proceso migratorio más amplio que a causa de la crisis rural ocasionada en gran medida por las profundas modificaciones (jurídicas, económicas y sociales) que desde la década de 1980 ha venido sufriendo el campo mexicano. Cambios que se enmarcan dentro de las políticas de liberalización y privatización del agro en México, entre ellos se encuentran, por ejemplo, la reforma (contrarreforma, sería mejor dicho) agraria, el rápido desmantelamiento del proteccionismo y la contracción de los instrumentos de fomento productivo, así como de apoyos y subsidios que de manera tradicional venía recibiendo el sector agrícola, entre otras, que implicaban además una reducción en la intervención del Estado.5

Justo es en estos momentos, tras la emigración masiva y el fracaso en las políticas de desarrollo, repensar la manera cómo nos relacionamos con la tierra y los recursos que el medio nos brinda, pues como bien

señalan algunos campesinos «no hay tierras malas, sino buenos y malos agricultores», y acertadamente lo recupera José Morcillo (1990: 98) en su pequeño escrito: «…no olvidemos que no es la tierra, aún menos ésta, la que determina la pobreza, la miseria del que la habita […]. Cuando una tierra obliga a sus pobladores al desarraigo, casi con toda seguridad, antes ha sido ella esquilmada por el obrar que corresponde a la lógica de la productividad y el progreso, el discurso del pensamiento al que sólo interesan los fines sin reparar en los medios».

2. La migración como estrategia El sistema productivo de los campesinos en la zona tabacalera de Nayarit tiene como elementos básicos el policultivo y la multiactividad. La agricultura se basa en más de un cultivo; sus estrategias económicas se encuentran diferenciadas y sus fuentes de ingreso (tanto monetarios como aquellos en especie) provienen de más de una faena: agricultura, ganadería, trabajo asalariado, trabajo familiar y/o apoyo mutuo, emigración, etcétera.

De esta forma, para la familia campesina todas las aportaciones por parte de sus miembros, ya sean en dinero o en especie, provienen de diferentes actividades, todas ellas de importancia, puesto que vienen a constituir la actividad económica total que caracteriza al grupo doméstico (López Estrada, 1988: 15). Así pues, a lo largo del tiempo las familias campesinas tabacaleras, a través de la combinación de diferentes actividades de sus miembros han podido desarrollar diversas estrategias que les permitan subsistir, a la vez que hacer frente a los cambios en las políticas gubernamentales y de las empresas tabacaleras.

La emigración internacional es una de las estrategias cada vez más recurrida entre las UDPC de la comunidad y que se ha intensifi cado durante los últimos años, después de la desaparición de Tabamex y la pérdida en el dinamismo de la producción tabacalera. Una emigración alentada en gran medida por las luces de la modernidad así como por el fracaso de las políticas públicas y de desarrollo. El destino principal son los EUA y, al igual que en la emigración regional, quienes emigran son por lo general los jóvenes (hijos, o hijas casadas acompañadas por su esposo).

«Modernidad» que llega hasta las poblaciones campesinas a través de las imágenes atractivas difundidas por una televisión, fuente muy poderosa de emisión de símbolos (Baños, 2001: 215-216), que le sigue el paso a la electrificación del campo, así como el ímpetu que cobran las migraciones hacia los Estados Unidos (Pepin Lehalleur, 1992). Gente que platica sólo cosas agradables y hasta presume el orgullo de haber estado en «el otro lado», apartando y hasta pareciera que olvidando (porque le «restarían mérito» a su odisea, o al «ser hombre» en el caso de los varones) los pesares por los que ha tenido que atravesar. Como un gran trofeo se muestran las luces de los Estados Unidos.

La emigración internacional es importante para la sobrevivencia de las familias campesinas tabacaleras, porque, paradójicamente, es una estrategia que ayuda a no comprometer mucho el futuro de la UDPC y a continuar los lazos de vinculación con el terruño entre los miembros de la familia que se quedan. Constituye asimismo una fuente de ingresos -vía remesas y bienes que traen consigo los migrantes cuando regresan: ropa y productos eléctricos- en la temporada que no se cultiva el tabaco, además de que por su ausencia, los miembros de estas familias dejan de ser una fuente de gastos para las mismas.

La emigración tiene, pues, un carácter claro: garantizar la reproducción simple de la unidad campesina, manteniendo un vínculo estable con la tierra y, así, evitar el de por sí acentuado minifundismo que, llegado a un límite extremo, podría comprometer la reproducción campesina.

Baños (2001), al hablar sobre la migración temporal como una de las estrategias de sobrevivencia adoptadas por las UDPC, señala que la pluriactividad de cada uno de los miembros que parece caracterizar a las modernas unidades domésticas campesinas no sólo debilita sus identidades tradicionales sino que además tiende a vulnerar los remanentes de identidad territorial y comunitaria, inclusive sus identidades étnicas (Baños, 2001: 171). No obstante, habría que matizar una afirmación como la anterior, que efectivamente puede ser posible cuando la reproducción sociocultural de la UDPC deja de ser la finalidad principal de tales estrategias. Es decir, cuando se rompe el puente que permite a través de ellas la reproducción del saber ser campesino, de la continuidad en el aprendizaje de los entramados secretos del campo.

Por otra parte, si bien este tipo de migración, y en general la multiplicidad de estrategias adoptadas por las UDPC, se convierte en una especie de filtro del cambio social, como diría Baños (2001: 170); también es verdad que históricamente el campesinado ha logrado resistir gracias a esa multiplicidad de estrategias, o pluriactividad como le llama Baños, y entre ellas la cada vez más fuerte emigración, que paradójicamente, es una de las prácticas que ayuda a no comprometer mucho el futuro de la UDPC y a ver continuados esos puentes y vínculos con su terruño, con la tierra.

Según las causas y razones que la originan, podríamos caracterizar al menos tres tipos de emigración: i) por curiosidad: motivada tanto por lo que cuentan otros emigrantes (siempre cosas buenas) como por el simple interés de conocer y vivir la experiencia; ii) forzada: en la búsqueda de ingresos para la UDPC, por la carencia de tierra en la Comunidad y la imposibilidad para conseguirla, o al menos un buen empleo y, para continuar estudios superiores; iii) matrimonio: bien porque el cónyuge es originario de una localidad diferente, o por acompañar al cónyuge en la emigración.

En un estudio previo (Madera, 2006), en una misma UDPC hemos encontrado los tres tipos de emigración señalados líneas arriba. Se trata del hogar jefaturado por Marcos, que originalmente era una unidad familiar compuesta por cinco hijos y el par de esposos.

Buscando hacerse de recursos monetarios que le permitieran estabilidad en su entonces recién creada unidad familiar, en cuatro ocasiones Marcos emigró de manera temporal a los EUA para emplearse como jornalero en los campos de California. Sus primeras tres experiencias fueron de ilegal, con una duración de entre seis meses y un año cada una.

El año de 1975, apenas a unos meses de nacido su segundo hijo, es cuando decide probar suerte por primera vez cruzando al otro lado; luego, la última vez que emigró para emplearse también como jornalero fue en 1986, a poco menos de un año de nacido su quinto y último hijo, sólo que en esta ocasión cruzó la línea de manera legal, con un permiso temporal de trabajo por seis meses.

Leticia, la hija mayor y que ahora ha conseguido la residencia oficial en los EUA, comenzó su travesía por «ir a conocer el otro lado […]. Cuando salí de la prepa, antes de entrar a la universidad. Quería estudiar la carrera de Licenciado en Derecho, ya hasta me había informado y había sacado la ficha para hacer el examen; pero, resulta que por esos días había llegado aquí al pueblo una tía mía, hermana de mi mamá, ella vive en Los Ángeles, y, lo de siempre, que me comienza a decir dizque cómo era la vida allá en el otro lado, que pues era mejor, que ganabas bien, en dólares. Lo de siempre pues». Finalmente, Leticia se entusiasmó con las anécdotas de la tía y decidió «ir a pasar las vacaciones, antes de entrar a la universidad», sin embargo, no regresó hasta después del año y como no volvió a acostumbrarse al ritmo de vida y de trabajo en el pueblo, decidió volver a cruzar la frontera «de mojada», como vulgarmente se les llama a quienes cruzan de manera ilegal. Allá se casó, ahora tiene dos hijos varones, y no volvió a la Comunidad hasta el 2004 (casi 12 años después), por el mes de enero para pasar las fiestas del pueblo, una vez que ha conseguido su residencia legal en EUA.

El caso del hijo menor (Lucas) es también un ejemplo de este tipo de emigración, desde el pasado mes de febrero de 2005, decidió emigrar a los EUA para «ir a conocer. Pos cuentan que allá es mejor, que ganas más, pos en dólares», o bien, para «vivir la experiencia, que no nomas vengan y te cuenten,[…] mejor que tengas tu pa contar».

Por su parte, Emiliano representa un nuevo caso de emigración forzada, una muestra de aquellos que al ver frustradas las posibilidades de acceso a tierra optan por el estudio y una formación profesional, que por desgracia, muchas de las veces se convierte en un elemento más que alienta la emigración definitiva: «desde hace mucho tiempo que la tierra en el pueblo, por su tamaño, es incapaz de retenernos a todos. La inmensa mayoría de los habitantes en Sayula no dispone de tierra y quienes la tienen, por lo regular es de reducido tamaño… En casa fuimos cinco hermanos, dos mujeres y tres hombres. Como te digo, mi papá apenas tiene 2 hectáreas de temporal, una de ellas, incluso ya no la trabaja él directamente, se la ha cedido a uno de mis hermanos…, no todos tenemos posibilidad,… es así. Te quedas a emplearte como jornalero por temporadas, con trabajos pesados y ganando lo que otros quieren, o decides salirte, para trabajar, para estudiar, salir…»

Como se puede apreciar, se trata de una UDPC que, además de compleja y dinámica, de manera constante está redefiniéndose a su interior. Al momento de las entrevistas, comentaba Marcos: «Pos ahora ya en la casa nomás estamos tres: Remedios, Lucas [su esposa, y el menor de sus hijos, de 19 años de edad] y yo. De familia, pos tuvimos cinco hijos, dos mujeres y tres hombres y todos siempre han ayudado en los trabajos del campo que se hacían aquí en la casa, cada quien en lo que iba pudiendo verdad». A la fecha de hoy, la unidad doméstica de Marcos se ha reducido a sólo dos miembros: él y su esposa Remedios. Hay sin embargo otras variantes que contribuyen al dinamismo y complejidad de este grupo familiar, una de ellas viene a ser la entrada casi permanente de hijos emotivos quienes participan y son incorporados al núcleo familiar como cualquiera de los hijos verdaderos. Comen en y de la misma mesa; participan en las labores del campo y los mandados de la casa; se les retribuye de cuando en cuando con alguna cantidad de dinero, por lo regular los fines de semana, para el baile; sus momentos difíciles y los alegres se sienten como de la familia, y a la inversa; se les llama la atención y se les aconseja; en fin, hasta les llaman de papá y mamá al par de viejos.6

3. La reproducción social entre los campesinos del tabaco Paradójicamente, la emigración internacional es importante para la sobrevivencia y reproducción social de las familias campesinas tabacaleras, porque, en una especie de economía circular de los recursos, lo obtenido por la emigración se invierte tanto para continuar sembrando la milpa como para subsanar los gastos generados por el tabaco y que no alcanzan a cubrirse con la habilitación obtenida. Contribuye pues, a continuar los lazos de vinculación con el terruño entre los miembros de la familia que se quedan.

De esta manera, la importancia de sus ingresos obtenidos mediante la migración radica no sólo en lo que éstos contribuyen a la reproducción de la unidad familiar, sino y sobre todo en el papel que ocupan para la reproducción de su identidad cultural al permitirles cubrir gastos generados por concepto de fiestas, ofrendas y los cultivos de la milpa y el tabaco, entre otros. Al permitirles en resumen, «volver a ser, durante la mitad del ciclo anual, miembros de una comunidad indígena y/o campesina» (Canabal, 2000: 187). En este mismo sentido, son interesantes las reflexiones, planteadas por Pacheco (1999), sobre la percepción del mundo entre coras y huicholes, así como las condiciones de su inserción en la cosecha del tabaco.7

Muestra, la citada autora, como «entre huicholes y coras, el tabaco (que continúan sembrando intercalado con el maíz) es utilizado en las ceremonias de la costumbre y será llevado a Wirikuta, el lugar sagrado del oriente donde nació el sol, en la peregrinación anual del grupo. Pero, sobre todo, será utilizado en las ceremonias colectivas, en las pagadas de manda y en las curaciones… En las diversas ceremonias huicholas el tabaco está presente. En casi todos los casos se convierte en vehículo de comunicación con los dioses y diosas de la cosmogonía huichol. Son los cantadores quienes hacen este uso ceremonial del tabaco. Para ello, el tabaco es colocado frente a los cantadores convirtiéndose en parte fundamental de los atavíos de los cantadores… El tabaco es también un símbolo de madurez sexual entre los hombres» (Pacheco, 1999: 95-102). Resumiendo, «el tabaco se convierte en parte de la identidad india, elemento fundamental para las ceremonias de la vida privada y de la vida comunitaria. Es el aliento, el ánimo de los dioses. Es el lazo de comunicación con los dioses aunque aparentemente sea el medio para ganar un jornal» (Pacheco, 1999: 105).

En lo personal, como nativo de la zona productora de tabaco (en la Comunidad Indígena de Sayulilla), así como miembro de una familia dedicada tradicional e históricamente a esta actividad, desde los seis y hasta los 17 años hemos venido compartiendo las horas del día entre la escuela, el arreo de los animales, ayudar en casa, los juegos y el trabajo en la parcela.

El tabaco desempeña un papel central en los recuerdos de infancia, pero no sólo la planta como tal, se mezclan en ella los juegos; la convivencia y las pequeñas peleas, ¿por qué no?, entre los hermanos por ganar el mejor surco o por tener el orgullo de ser el más rápido y eficiente en los trabajos; el aprendizaje de los colores y los aromas a través de la tonalidad de sus hojas, ese verde que primero se va haciendo cada vez más verde, para luego pasar a convertirse en un tono de amarillo meloso y, finalmente en el secado y después en el curado pasar por distintos tonos de café para acabar siendo sencillamente tabaco, color y olor de tabaco; el orgullo infantil de contribuir con los padres a llevar a la mesa lo que entre todos se ha de comer; pero sobre todo, el aprendizaje del saber hacer y saber ser hijo de campesinos.

Desde pequeños los niños empiezan a vivir un proceso de aprendizaje de las labores agrícolas, que les es transmitido por sus padres. Así pues, a muy temprana edad (siete u ocho años) los niños empiezan a participar en las actividades de producción del tabaco. En un principio tirando las plantitas para que los plantadores las vayan trasplantando en los surcos; también ayudan cuando el tabaco se empieza a cosechar, acarreando desde los surcos pequeñas cantidades de hojas de tabaco hasta la ramada, donde están los ensartadores haciendo las sartas con la ayuda de una aguja metálica de aproximadamente un metro de largo. De igual manera, participan cuando ya las sartas están secas, a recoger las hojas que se cayeron de las sartas en las galeras.

Posteriormente, cuando los hijos han crecido, éstos se van incorporando de manera más activa en el proceso de producción del tabaco. Cada vez más en actividades no tan livianas, pero también de acuerdo a su sexo y edad; como por ejemplo, el tirar fertilizante, azadonar, fumigar, cortar tabaco, hacer sartas, etcétera.

Reflexiones finales

Las diversas estrategias8 que se adoptan entre las UDPC del tabaco se van haciendo cada vez más complejas en la medida en que también son mayores las limitantes a que tienen que hacer frente, pero además porque éstas no sólo están encaminadas a conseguir la reproducción física de las unidades productivas, sino la de un grupo portador de una cultura y una identidad propias.

La emigración entre las UDPC del tabaco genera no sólo recursos para la sobrevivencia, con ella también se recrea una serie de fl ujo de saberes… Por ejemplo el caso de productores de tabaco que, al terminar la zafra en las costas nayaritas, emigran contratados y con permiso para continuar laborando en los tabacales, aunque ahora como jornaleros en los campos de Virginia (EUA), o bien, la recreación de fi estas tradicionales, músicas, bailes y comidas en los lugares a donde llegan.

Flujo de saberes que no es de un sólo lado… también se redefi nen las prácticas de esas gentes y las modifican cuando llegan a sus lugares de origen…

Es obvio que la importancia relativa de la producción de tabaco en la región tabacalera nayarita depende de muchas circunstancias locales, desde una dedicación total (cuando no se encuentran otras alternativas), hasta su función como actividad complementaria (pero estratégica) cuando se presentan otras opciones mejor remuneradas, por ejemplo el caso de la emigración.

El ser tabaquero no es una simple condición impuesta por la naturaleza, es más una forma alternativa posible y deseable (hasta hace poco) de vivir socialmente. Así, la actividad tabacalera se organiza a través de las relaciones sociales que se establecen en torno de las condiciones concretas (sociales, naturales y culturales) constituyéndose en una estrategia de vida. Esta actividad debe su prestigio y dinamismo no sólo a su expresión mercantil, sino también al hecho de constituirse en uno de los medios de transmisión de los saberes y prácticas de manejo tradicional de los recursos naturales. En ella también están condensados los mecanismos de reproducción de los sistemas simbólicos locales y el propio significado social de la actividad tabacalera, patrocinando una relación peculiar entre el manejo del agroecosistema y la cultura, con las generaciones pasadas y con un modo de vida del lugar que se recrea ciclo tras ciclo. Estas propiedades le confieren, según las representaciones locales, el carácter de una verdadera escuela campesina del tabaco.

El mundo de la producción de tabaco resulta bastante complejo y polifacético. Como ha quedado de manifiesto a lo largo del presente documento, hoy día, para muchas familias que aún tienen la posibilidad de continuar desarrollando esta actividad, «el tabaco no deja para vivir», a decir de varios de los entrevistados. Saben trabajar la planta, durante generaciones han aprendido los mimos que requiere su delicada hoja, pero… viven de otras cosas…

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